
Entender el delirio desde la perspectiva que nos ofrece la pragmática hace necesario el recurrir a dos momentos dentro del proceso del diálogo delusivo.
Bajtin postuló, en otro contexto, que el enunciado se ubica en el “terreno compartido” entre el hablante y el oyente; la experiencia discursiva se forma y desarrolla gracias a la constante integración con los enunciados del otro (Silvestri y Blanck, 1993).
Por ese motivo la dialéctica de esa situación hablante-oyente, es decir, la dialogicidad, es especialmente importante para poder formular si una pragmática de los enunciados delirantes puede articular la explicación del delirio como acto de habla vacío. Si los múltiples trabajos, desde otras posiciones de análisis del lenguaje (sintáctica, semántica, etc.), no han alcanzado la misma conclusión cabe pensar que es lício aplicar las herramientas de la pragmática para vertebrar la hipótesis del acto de habla “vacío”.
Las dos secuencias a analizar corresponden a esa especial situación de comunicación que son la producción y recepción delusiva.
(pag. 159)
(…)
Si el eslabón final del diálogo - también del diálogo delusivo - es el oyente, o receptor, será útil abordar desde el ángulo de la pragmática aquellas manifestaciones en la clínica donde se detecta alguna alteración.
Gilman (1983) ha recordado, a propósito del análisis del concepto de “bizarro” y de su análisis histórico, la necesidad de reanalizar el vocabulario psicopatológico que está condicionado al quehacer clínico. Este término refleja en si el debate teórico sobre la naturaleza de la disrupción de las funciones comunicativas en la esquizofrenia.
La mutación de su función adjetiva en los manuales diagnósticos - conducta bizarra, delirios bizarros, etc. - no es sino reflejo de la dificultad de su ubicación sustantiva. La naturaleza proteica, indica Gilman, hace que pueda teñir bien al enfermo - en una alteración de su comunicación que le sitúa fuera de las formas normales - o al observador en quien provoca un distanciamento del “otro”.”
(pag. 162)
Berrios G. E., Fuentenebro F. (1996). Delirio: Historia, Clinica y Metateoria. Madrid, Editorial Trotta, S.A. ISBN-10. 8481641170.
No século XIX, Jean-Pierre Falret (1794 - 1870), um psiquiatra francês, apresentou, em uma de suas aulas sobre lições clínicas no Hospital Salpetrière, um conceito que caracterizava “uma forma de insanidade que nós chamamos de circular, feita de alternâncias entre períodos de excitabilidade e períodos usualmente mais longos de depressão”.
O transtorno afetivo bipolar (TAB) - também denominado transtorno bipolar (TB) ou “bipolar disorder” (BD) no inglês - afeta em torno de 40 milhões de pessoas em todo o mundo, segundo a World Health Organization (WHO). Além disto, a incidência do transtorno vem aumentando, principalmente entre adolescentes e jovens adultos nas últimas décadas.
Mudanças hormonais ao longo da vida da mulher, especialmente as flutuações nos níveis de estrogênio e progesterona, parecem desempenhar um papel significativo no desenvolvimento e na gravidade dos transtornos do humor.
Um estudo recente publicado na Nature Molecular Psychiatry explora os aspectos cerebrais funcionais do transtorno afetivo bipolar (TAB).
O lítio é um elemento natural que tem sido utilizado como estabilizador do humor por décadas, principalmente no tratamento do transtorno afetivo bipolar (TAB).
Transtorno Bipolar: Sintomas, Diferenças e a Importância do Diagnóstico Correto
Entender el delirio desde la perspectiva que nos ofrece la pragmática hace necesario el recurrir a dos momentos dentro del proceso del diálogo delusivo.